¿Por qué tanta incertidumbre?

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Es pregunta, no aseveración… ¿a quién le teme el mundo financiero. Al presidente Macri, que todo indicaría que se va, o el pánico es a la llegada nuevamente de CF al poder?

Para el caso aplica,Y parafrasear, a ella misma, cuando en su nueva presentación del folleto electoral- excusa, de sinceramente, dijo que el presidente de la República Argentina Mauricio Macri, era una mala persona…

¿Cuál es su vara para medir, quien es bueno y quien no lo es? ¿Es la misma que uso para anteponerse a Dios, y decir que había que temerle a ella también?.

Todo está imbuido en la nueva lógica, que ya poco pueden sustentar de amor, paz y conciliación que le quieren endilgar, es ella misma, ya dando letra al ministerio del odio y la CONADEP de periodistas.

Similar al discurso, en redes sociales de Alicia Kirchner, donde llama, al amor, la comprensión, de todos los santacruceños dependientes públicos, e inmediatamente establece un reperfilamiento de jubilaciones y salarios por 90 días, echándole la culpa, como siempre al otro.

Aquí en Santa Cruz, nadie puede decir, que la culpa, es de quien te beneficio durante casi cuatro años, enviado la mayor cantidad de recursos que la historia reciente haya documentado, pero de todas formas, todo se transforma en el revés.

El reperfilamiento de Cambiemos, es malo, y el aplicado aquí en Santa Cruz, a las jubilaciones, y sueldos, si es bueno, casi como siempre, lo bueno es defecto y viceversa, pero nada que discutir, la reelección de Alicia Kirchner, por otro cuatro años, confirmó, que si el soberano o mejor dicho un porcentaje de él, la premio, ha de hacerse silencio, porque todo parece estar, bien.

Se me ha tildado de aburrido, de pasar por alto, lo que ocurre, en Santa Cruz, y sencillamente respondí… ¿qué ocurre en la provincia? Que merezca ser contado, o acaso la campaña lanzada a intendente, merezca cierto tiempo.

Cuando en realidad, todo seguirá igual; salvo algún cambio cosmético de nombres, lo que pasó en Río Gallegos, no fue mala suerte, simplemente se trató de mala gestión y falta de capacidad en aquellos que debieron haber administrado la cosa pública.

Por momentos, ha perdido relevancia, que tan solo, faltan 54 días para las elección, que tiene en particular y definitorias, cómo será el modelo de gestión que gobernara el país, y esto no es menor, aunque todo parece estar cerrado, las dudas, la incertidumbre, el miedo, en un porción importante de la sociedad, expresada en millones, se pone cada día de manifiesto, desde la inestabilidad económica, hasta las vacilaciones, de cómo seguirá la parte institucional, que no es para nada menor.

Y en cuanto a lo que refiere a ciudad gótica, Río Gallegos, habrá que esperar unos días más, para que se conozcan finalmente los nombres y apellidos, de los candidatos a intendentes y quienes encabezaran la lista de concejales, aspirantes hay ya una cantidad considerable, pero seguramente serán muchos más de lo que la capacidad de sorpresa permite imaginar, el cuarto oscuro, será otra vez, un sitio desolador, donde habrá tanta cantidad de boletas, que hará que la elección, termine como siempre, no en el mejor, sino en el que mejor aparato político tenga.

Por tanto, sin disculpa mediante, pasaré revista a los temas que impactan al resto del país.

Hay caminos que se transitan, y que no dejan de hacer pensar, que hay que buscar una solución por más drástica que sea, aunque en realidad cuando el economista Roberto Cachanosky escribe hay que «Dolarizar la economía argentina, porque es la única salida»

El impacto, no es menor, pero considerando que hoy en día no existe más el patrón oro y que lo que respalda los papeles pintados es la confianza en las instituciones jurídicas y políticas de un país junto con su dirigencia política, no habría que abundar en muchos detalles para demostrar que la dirigencia política argentina, ni sus instituciones jurídicas y políticas le ofrecen confianza a la gente como para respaldar con el prestigio de nuestra dirigencia política cada peso que hay en circulación.

Esto, dicen, llevaría, en primera instancia a la conclusión de que Argentina no puede emitir un papel que sea moneda porque la gente no cree en su dirigencia política y desconfía de la justicia.

Y cuando dicen dolarizar, es porque a medida que va pasando el tiempo, las medidas económicas que podían resolver algún problema, hoy ya no sirven porque la economía empeoró, por el nivel de gasto público, por la presión impositiva y por la falta de seguridad jurídica que ofrece la dirigencia política.

Así como en 1991, la convertibilidad logró frenar la hiperinflación, hoy no se sabe a ciencia cierta, si una medida similar sería creíble y, por lo tanto, se necesitan medidas más potentes.

Debería quedar, claro, que ya sea, el presidente Macri o Alberto Fernández, la dolarización de la economía no evita –de ninguna manera- tener que hacer la reforma laboral, la reforma del Estado en sus tres niveles, la reforma impositiva y la integración de la economía Argentina al mundo.

Definitivamente, los problemas estructurales no se resuelven con medidas monetarias, se resuelven haciendo las reformas correspondientes.

Los populistas y nacionalistas podrán maldecir contra la dolarización y denunciar falta de patriotismo, pero si como ellos quieren, y seguimos así, con un 120% de aumento del dólar en los últimos 12 meses, el descalabro que estamos viviendo no tendrá fin.

Atención, si alguien cree que dolarizar la economía es un delirio, se puede responder, que en realidad, es un delirio creer que nuestra dirigencia política actual puede ofrecer confianza para respaldar un pedazo de papel llamado peso, que cada día vale menos y se diluye en las manos de quien lo tiene.

En cambio, soy de los que sostengo, que aunque, parece ser trascendental, no es la economía lo más importante en la Argentina de hoy… El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa trazó un panorama político y advirtió que la mayoría de los países de la región, se encuentran en un camino «que los aleja del progreso».

En una columna de opinión titulada «Un democrático retroceso de la civilización a la barbarie» en el diario La Nación, Mario Vargas Llosa. Plantea…»es un gran error creer que salir de la barbarie y llegar a la civilización es un proceso fatídico e inevitable» y remarcó que «la mejor demostración de que los pueblos pueden, también, retroceder de la civilización a la barbarie es lo que ocurre precisamente en Venezuela».

Argentina y su proceso electoral no quedaron fuera de su análisis. Según el escritor, Varga Llosa «por desgracia, no solo Venezuela retorna a la barbarie» ya que -argumentó- «Argentina podría imitarla si los argentinos repiten la locura furiosa de esas elecciones primarias en las que repudiaron a Mauricio Macri y dieron quince puntos de ventaja a la pareja Fernández- Fernández».

 «¿La explicación de este desvarío? La crisis económica que el gobierno de Macri no alcanzó a resolver y que ha duplicado la inflación que asolaba a la Argentina durante el mandato anterior. ¿Qué falló? Yo pienso que el llamado «gradualismo», el empeño del equipo de Macri en no exigir más sacrificios a un pueblo extenuado por los desmanes de los K».

Al respecto, agregó Vargas Llosa, que «ahora los sufridos argentinos responsabilizan al actual gobierno -probablemente el más competente y honrado que ha tenido el país en mucho tiempo- de las consecuencias del populismo frenético que arruinó al único país latinoamericano que había conseguido dejar atrás el subdesarrollo y que, gracias a Juan Domingo Perón y al peronismo, regresó a él con empeñoso entusiasmo».

Mauricio Macri enfrenta tres escenarios. Si no llega al 10 de diciembre, pasará a la historia como De la Rúa. Si llega, será recordado como Alfonsín. Y si reelige, como Mandrake.

Opina el politólogo argentino que es académico en Portugal,  Andrés Malamud…

Su legado no será económico: el mejor equipo de los últimos cincuenta años evitó dejar estropicio sin cometer. El legado de Cambiemos solo puede ser político: la superación de la maldición secular, por la cual desde 1928 nadie que no sea peronista o general culmina un mandato presidencial.

Macri tenía un solo trabajo: acabar. Ambicioso, prefirió la autosatisfacción del cambio cultural. Alertas sobraron, pero el Gobierno andaba sobrado. Hubo oportunidades para el cambio.

En cada una, el Presidente se empeñó en el error. No corresponde hacer leña del árbol caído. Correspondía alertar antes, cuando el sol brillaba, que los vientos del mundo había girado, que se estaba sacrificando la diversidad del equipo en aras del confort presidencial, que aumento de tarifas y baja de inflación eran metas inconsistentes. Y se alertó. Trolls y fanáticos gritaron más alto.

El próximo presidente enfrentará dos desafíos. El nacional es conocido: una economía rota. El internacional es novedoso para el peronismo: las turbulencias globales anticipan años de adversidad. En Sudamérica se puede llegar al poder por derecha o por izquierda, pero solo se gobierna por izquierda cuando hay plata.

Si el diagnóstico es correcto, Alberto Fernández gobernará por derecha en lo económico y compensará simbólicamente por izquierda: discurso nacional-popular, proclamas antiimperialistas, despenalización del aborto y la marihuana.

En síntesis, lo que haría cualquier derecha inteligente. No confundir con Cambiemos. Ningún presidente argentino la emboca en su primer gabinete. El único que la pegó con su primer ministro de economía fue Kirchner, aunque en realidad Lavagna era el segundo (de Duhalde).

La demanda electoral de una fuerza no peronista seguirá existiendo, y su tamaño supera el 30%. Pero la oferta puede fragmentarse. El sistema político tardará en ordenarse. Mientras tanto, la penuria económica pondrá a prueba la estabilidad política.

Hoy se vivió cierta tranquilidad, aunque la bolsa de valores, cayó y mucho, lo cual quiere decir que la incertidumbre, sigue en su mejor forma… En primer lugar, deberíamos tener en cuenta que el escenario internacional se está volviendo más complejo y desfavorable al riesgo. Ello significa que los inversores globales le escapan al riesgo, como los gatos al agua.

Esta falta de claridad ha llevado a los mercados a valuar los activos argentinos con la poca información que poseían, esto es, la experiencia de lo que fue el gobierno k y las declaraciones económicas del candidato peronista en medio de la campaña electoral.

Para la Argentina, que es una economía muy riesgosa, este contexto no es nada favorable porque hoy el riesgo «no está de moda». Sin embargo, gran parte de la deuda pública argentina está en el exterior y en moneda extranjera.

El economista Fausto Spotorno, a modo de diagnóstico decía. El 78% de esa deuda pública está emitida en moneda extranjera y prácticamente la mitad es deuda externa. Todo ello pone una gran presión sobre las necesidades de financiamiento y sobre la capacidad del Gobierno nacional de obtener dólares y refinanciamiento, tanto en lo que queda del año como durante el próximo año.

Pero es cierto que en los últimos años ha mejorado mucho y el déficit primario pasó del 3,8% del PBI en 2015 a un esperado 0,5% en 2019 y -según el acuerdo con el FMI- llegaría a un superávit del 1% en 2020, aunque esto ahora estaría en duda.

Con todo este maremágnum de problemas que hay por resolver, con la incertidumbre en el centro de la escena, ¿Qué sería lo peor que podría pasar a la Argentina? Para ser francos, no hay una sola cosa, son muchas, por eso seguramente tendríamos una respuesta inducida, sobre el porqué de la incertidumbre, que bien podría resumirse, en la angustia de no saber cómo sigue todo y con la convicción atroz, que nada está en nuestras manos para poder resolverlo…

Que Dios nos ayude…

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